LOS FEOS DE SIEMPRE


A veces nos juntamos a tomar unas birras en el bar de Mauricio. Somos como el deshecho de lo bueno, somos producto del reciclaje corporal, somos feos pero con el tiempo lo hemos asumido.



Para ser feliz en la fealdad tan solo es necesario unirse en grupos de feos. Una técnica milenaria que hace del mal ajeno el consuelo de muchos.

Cada sábado por la noche nos juntamos a beber, jugar a la damas (sin mujeres alrededor) y filosofamos... porque si de algo sabemos los feos es de filosofía.

Las teorías más absurdas son fundamentadas y muchas veces apoyadas con un rigor científico admirable. Somos feos pero también inteligentes debido a que no ocupamos espacio de nuestra mente en las constantes preocupaciones que acarrea la belleza. Somos en parte la ficha que falta para completar el tablero.

A veces alguno de nuestro grupo se cambia de bando gracias a la magnitud de su billetera. Las mujeres son especiales y valoran más la inteligencia a la belleza si esta se acompaña de una jugoza y manejable cuenta bancaria.

Es gracias al dinero que los feos nos podemos reproducir, una estrategia que mantenemos desde el inicio de los tiempos y que mientras sigamos unidos con la misma firmeza NUNCA ACABARA.

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