UN CORAZON A PRUEBA DE BALAS - PARTE IV

- GARCHAME - le dijo mientras se desabotonaba todo y más.
Piet sudó y sudó, empalmó y empalmó, garchó y garchó, quemó y quemó para luego repiquetear el cuerpo hasta soltar todo lo que tenía, todo el afluyente de amor que se encontraba dentro de si, gestando, macerando desde hace años. Porque Piet era virgen y digo era porque con semejante acto sexual se había reivindicado con la sociedad, había encontrado un subidón existencial que lo ponía nuevamente a la altura de los demás.
En un simple garche había obtenido no solo placer, había logrado subir el peldaño más alto que la sociedad le había impuesto, y lo resolvió como un profesional, fue la primera vez, la mejor vez por ello y la más intensa.
No tuvo nervios, no dudo, sabía muy bien lo que le hacía a la Señora que gritaba y gritaba y lo arañaba como gata zorra en celo, mientras él la destrozaba con su poder virginal hasta llevarla al más allá.
A un sumun de amor desenfreno, amor erótico y porno, pero sin llegar al porno sucio de ese que a usted querido lector le apasiona y le obliga a tocamientos impuros.
Piet finalizó el acto con categoría, se volvió a vestir sin perder el varemo y le dijo a la señora:
- ¿La llevo al restoran Don Ñoqui Ponedore?
- Llevame a donde quieras papito - le dijo la Señora mientras intentaba encontrar la bombacha que se había quedado oculta debajo de un asiento. Cabe aclarar que sin querer Piet le manchó el pelo con su crema sementera dejando un efecto gomina en una de sus mechas laterales.
- El coche lo limpio yo después de dejarla en el restoran Señora - añadió y enfilo en palme hacia el destino anunciado.
Así fue como la conoció, pero esa no sería la última vez que Piet se cruzaría con la Señora Petrovilok.

Horas más tarde Piet arribó a su lugar de trabajo justo cuando el jefe Igor estaba saliendo.
- Llega tarde Malvini, llega muy tarde - acuchillo por el pecho Igor mientras sonreía por dentro.
- Le lavé el coche y le puse perfume para que pueda disfrutar de un aromático regreso a casa - le respondió Piet mientras le entregaba las llaves del Lamborgino Reni.
- Excelente! ya olía a mierda el coche - contestó Igor que aún no se sabe porque a posteriori soltó un - ¿le apetece una birrita Malvini? - Nunca se hubiera imaginado el detonante que esa pregunta produciría...

- No debo tomar alcohol en horas laborales... pero sería un placer. Mañana puedo entrar antes y recuperar los minutos perdidos - Dijo Piet con sus habituales respuestas que tanto disfrutaba Igor, cómo un niño disfruta de un chocolate robado, con placer y con culpa (más placer mientras lo come, más culpa mientras lo termina).
Extrañamente se encontraba con su patrón yendo a por una birra. Piet manejaba y miraba por el retrovisor a Igor.
Cada tanto el lo miraba intensamente, Igor sentía una molestia importante. Estaba desconcertado. Por un momento creyó ver una pequeña mueca en la boca del regordete. Fue una mueca casual? Fue un tic tac? o había hecho un gesto?
El vio claramente que la boca había hecho una pequeña mueca. Muy sutil, pero la había visto. Que significancia tenía ese pequeño gesto. Indicaba acaso que Igor intuía algo? Sería una simple mueca inofensiva? Igor estaba al tanto de la situación y se divertía con Piet? Cuántas preguntas pasaban por la cabeza del ahora chofer de turno noche.
Hasta llegó a pensar que Igor estaba contento por como había rendido. Estaba enloqueciendo, pero sus sentimientos encontrados y desencontrados estaban por debajo de uno. Del master of the feelings, EL AMOR. Piet se había enamorado y no lo sabía. Sentía mil hormigas caminando por su panza y creía que era la mueca. Que tierno! pensaría alguna lectora.
Se había enamorado de esa mujer. Quién lo hubiera pensado esa mañana fría de otoño.
Los dos hombres se sentaron en una mesa del bar apartada. especialmente reservada para los negocios sucios de Igor.
- Una Malvini para el señor y un Wiskey escotch reserva otoñal del 30 de 20 destilaciones en plata - pidió obviamente el más pudiente.
El mozo fue corriendo a buscar el pedido y sin pasar por ninguna otra mesa trajo el pedido lo más rápido que pudo.
Sirvió primero a Igor y luego a Piet.
Después de un rato de delirar pavadas, Igor dispuso:
- Te estarás preguntando por que un hombre tan importante como yo se reúne con alguien como vos? Lo que ocurre es que muchas veces, los necesitamos. No son imprescindibles, pero si pueden sernos útiles. Sobretodo para hacer ciertos
trabajos que no nos gustan. Tornillos, limpiar, chofer, etc. El trabajo sucio y aburrido, el riesgoso, el tedioso, el insalubre, etc. Usted los debe connocer mejor que yo. Justamente lo que quiero es que haga un trabajito sucio y peligroso. Qué diría se le pido que mate a mi mujer?

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