RAMON



En el espesor más recondito de la jungla se encontraba Ramón, Ramón sin ton ni son, le decían las chicas cuando el se proponía echarles un parle, parle que básicamente consistía en un "Que hace bombona!" o tal vez un sofisticado "Decime papito".

Ramón es un cazador experto, pero no tan conocedor de las artes cazatorias como el Dr. Terricola, hombre peligroso y sigiloso, que a su vez es capaz de cantar canciones tan hermosas como desastrosas.


Ramón quería cazar algún animal para su almuerzo, "Un conejo!" había dicho en algún momento de este tragico y  agridulce relato. Pero nada aparecía...

Luego de mucho caminar por alamedas de antaño, Ramón encontró una bocanada parecida a una cueva y se adentró en ella.

El sonido fantasmagorico de las cataratas que tenía en la visión, le impidieron dar un paso más, por suerte para el ya que si hubiese dado ese paso fatídico, habría muerto en el acto y no porque Shakespeare estuviese mirándolo de reojo, sino porque el tremendo y glorioso derrumbe de rocas lo había aplastado cual un panqueque.

¿Qué más le podía pedir a la vida?
Nada más seguramente... ¿pero eso era todo? ¿así culmina la historia?
No!!! que va!!

Justo cuando Ramón escapaba de la cueva un conejo se le acercó y le dijo: "Mátame si es lo que deseas... Cómeme si tienes apetito... Pero no lo hagas por nada".

En ese instante una lagrima azul brotó del ojo izquierdo de Ramon, y se dejó caer vencido...

Tambien dejo caer su escopeta que cayo bruscamente, detonando miles de efectos multicolores en el aire y destrozando la cabeza del bienaventurado conejo.

Ramón palideció. Luego dijo: "Me he equivocado, ahora por mi negligensia arbitraria pagaré mis pecados" y al instante devoró al conejo en crudo y no lloró más, no lloró más porque ahora había cumplido, como tantas veces antes, la misión de sus antepasados...

El arte del dolor.

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