RICHARD



La tarde comenzó a caer, Richard estaba seguro en su mansión frigida, lo que menos esperaba en aquel momento, mientras leía uno de sus libros favoritos (Juanito el pescador), era que uno de sus ojos perdiera la visión, pero no fue solo la neblina en el ojo lo que lo aterró, sino que fue la mano destrozada y amurada a su pared, la pared donde tenia la mayoría de sus cuadros, cuadros que el había pintado en un momento de desenfreno espiritual.


Pero aquel brazo era unico, ya que además de emanar sangre en torrentes huracandos se movía por momentos sigilosamente y por otros abruptamente.

Hasta que depronto todo se detuvo, el tiempo parecía paralizado y la mano ensangrentada lo señalo y luego escribió sobre la pared, su amada pared blanca, "Dos y Dos son cuatro", aquel texto ensangrentado producía en el interior de Richard un dolor enajenado.

Sufrió largas convulciones seguidas de vomitos diarreicos, pero eso no basto para que el se cayera en un sueño profundo.

Se levanto de su silla y mirando fijamente al brazo, con el unico ojo que podía ver aquel terror, dijo: "Vete malevolencia etérea, ¿acaso no sabes quien soy yo? Yo soy Richard y te obligo a que pagues este error, maldito hijo de puta!"

Por un momento la mano se estremeció, pero volvió a sentir poder cuando Richard dejo de hablar.

El cetro de poder que tenia Richard en uno de sus cajones, salto raudo de su cristral y se enterró en una de las venas de la mano, la mano pareció estrepitarse y luego se evaporó.

El olor pestilente a mugre y carne putrefacta se mantuvo eternamente en aquel sector de la pared, donde había estado depositada la mano. Richard cubrió la mancha asqueroza con uno de sus cuadros.

Un cuadro que quizas nunca hubiese puesto ahí, pero luego de lo acontecido merecía el lugar. El cuadro era nada más y nada menos que el retrato de un amigo de Richard, un amigo al cual le faltaba el brazo, Ronaldo el manco le decían en la escuela y Richard conmocionado por ello lo pintó.

El cuadro era atroz. Richard no era muy buen pintor, pero este era el peor de los cuadros que el alguna vez hubiese pintado. Debajo del cuadro con la misma sangre que había dejado el brazo maldito escribió:
"Ronaldo el manco de dos brazos" y le pinto el otro brazo con la sangre.

Luego Richard se sentó en su sofa, a seguir disfrutando de su hermoso libro.

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